La fiesta es la representación más alegre de la cultura de un pueblo. En Castilla y León adquieren especial resonancia las grandes celebraciones religiosas de la Semana Santa que, además de recoger el fervor popular, se convierten en extraordinarios museos de arte a la intemperie.

Las estaciones del año, los cultivos agrícolas, el santoral y las conmemoraciones históricas protagonizan un hervidero cultural que, lejos de perderse, se acentúa con el paso del tiempo. Fiestas en las que el visitante es uno más, rasgo que muestra la hospitalidad que define el carácter abierto del castellano y leonés.