Es la villa de las fuentes y un templo dedicado al agua. A 70 kilómetros al suroeste de Salamanca y apenas diez minutos de Béjar, Candelario, enclavada en el espacio natural del mismo nombre, es una de las localidades más bellas de la provincia de Salamanca y goza de una curiosa arquitectura popular. Las viviendas poseen anchos muros de piedra, propios de los lugares montañosos, grandes galerías con balconadas de madera para curar los chorizos de la matanza. Sin olvidar las batipuertas de entrada a las viviendas que protegen de los rigores del invierno, las fuertes nevadas y, antaño, los matarifes las utilizaban para protegerse de los ataques de las reses antes de sacrificarlas.

Una compleja red de canales de agua cristalina tejida como una tela de araña, recorre las calles de la localidad reconduciendo, durante todo el año, el deshielo procedente de los neveros de la sierra. Estos canales, denominados regajeras, nos encandilan con el rumoroso sonido del descenso del agua.

También es un regocijo para el gusto, gracias a su exquisita gastronomía, donde destaca el embutido.