Donde la tierra roja se hunde hacia el Río Milanos, salpicada de sabinas centenarias, en un lienzo del siglo XII y XIII se ampara el inicio de Calatañazor. Desde el puente del río los restos de una calzada romana llegan hasta el enclave, lugar de trifurcas donde el moro Almanzor perdió el "atamor" o tambor.

Pueblo amurallado que en su parte más alta contempla el Castillo. Desde su Torre del Homenaje se divisa todo el valle. Las construcciones se aglutinan en torno a su calle principal, porticada, que llegaba hasta la Plaza de Armas, luego Plaza Urbana; donde se observan construcciones típicas de Tierra de Pinares, creadas con madera, barro y piedra. Típicas también sus chimeneas de teja partida. Un lugar original y digno de ver.