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Toda la serie de procesiones y actos litúrgicos que acompañan la Semana Santa tienen su broche y colofón en una tradición casi única: la Bajada del Ángel. Esta representación simbólica de la Resurrección de Cristo tiene solo dos paralelos en toda España, en Aranda de Duero y en Tudela de Navarra. Hay noticia documental del acto desde el siglo XVIII, pero seguramente es más antiguo y remonte, como otras representaciones religiosas, al impulso posterior al Concilio de Trento.

En este acto, una imagen de la Virgen, cubierta de un velo negro, de luto, y acompañada de la música triste de la Banda Municipal, sale en procesión desde la iglesia de Santa María hacia la medieval Plaza del Coso. Allí es depositada sobre una peana que se encuentra situada entre dos altas torres de armazón de madera cubierto con damasco rojo. En un momento determinado, cuando la Virgen ya está asentada, de la parte superior de una de las dos torres sale un gran globo blanco, de tela, que es movido desde siempre por un juego de maromas que unen las torres en su parte más alta. El globo se para a la mitad del espacio entre las dos torres, en lo alto, y se abre dejando ver en su interior a un niño vestido con la blancura candorosa de los ángeles y adornado con una corona dorada y sendas alitas. Gracias a un sistema de poleas, el ángel desciende colgado, suelta dos palomas y llega a entrar en contacto con la Virgen que se encuentra bajo él. Entonces le quita el velo negro a la enlutada madre de Cristo y es elevado otra vez pataleando y moviendo frenético el velo. La multitud rompe en aplausos y la Banda Municipal toca el himno nacional. Se ha representado la Resurrección del Salvador.

Este precioso espectáculo se celebraba antes en cada una de las tres últimas parroquias históricas de Peñafiel: San Miguel, Santa María y San Salvador. El niño "volaba" desde una sola torre hasta la iglesia en la plaza que rodeaba a cada iglesia. Después de la desaparición de San Salvador, se decidió mudar el acto a la mencionada Plaza del Coso, donde la solemnidad y emoción del acto pueden ser contemplados por mucha más gente.