Alternativa textual

En Riolago de Babia, uno de los pueblos más tranquilos de la ensoñadora comarca leonesa de Babia, y lugar de descanso preferido de la antigua nobleza leonesa, se alza el Palacio de Quiñones. Este edificio residencial alberga las dependencias de la Casa del Parque de Babia y Luna, repartidas en salas diáfanas resultantes de la transformación de las primitivas estancias palaciegas.

A través del portón presidido por el escudo heráldico de la familia se accede al patio ajardinado, alrededor del cual se reparten el edificio principal, una pequeña capilla y las antiguas caballerizas.

Una vez dentro del palacio, la recepción propone una primera visión de la importancia de las diferentes zonas especiales de protección medioambiental, así como de las dos Reservas de la Biosfera integradas dentro del Parque Natural, la de Babia y la de Omaña-Luna.

Este primer recorrido se completa con "Los Secretos de Babia y Luna", un módulo que reproduce el glaciar que dio origen a la formación de los valles en los que se asienta este espacio natural.

La planta superior expone en una sala diáfana todos los valores del territorio de manera estructurada para su mejor comprensión, comenzando por "La alta montaña y la peña" y "Gigantes que modelan el paisaje" como aproximación a los restos visibles del fenómeno glaciar que dio forma al paisaje.

"Lo que las rocas nos cuentan" y "Un horizonte distinto" es una visita a la memoria histórica natural y a las primeras transformaciones del paisaje por la acción humana.

La trashumancia y su legado cultural y natural está muy enraizada en estos parejes y para comprender mejor este fenómeno, la sección denominada "La mesta y las merinas" recopila la esencia del entramado pastoril.

"Prisioneros de las montañas" es un escaparate a la vibrante vida salvaje y a las formaciones vegetales autóctonas. "Creadores de paisajes" explica en detalle como el hombre y los animales contribuyen a la construcción de un paisaje de alto valor ecológico como este, sin olvidar otras curiosidades como la lengua propia, la gastronomía y las formas de vida adaptadas al medio.

Finalmente, un audiovisual con un formato original de animación, efectos y música impregna en la memoria el recuerdo imborrable de este rincón leonés.

La visita termina en el jardín con dos impresionantes pinsapos y una bella estatua de un mastín leonés realizada en bronce, además de las "Voces de Babia y Luna" recogidas en la capilla del palacio en representativas tablillas.