Alternativa textual

La localidad segoviana de Sepúlveda constituye la puerta de entrada a uno de los parajes más bellos y sugerentes del centro de la provincia: el Parque Natural Hoces del río Duratón.

En el corazón de la villa, declarada Conjunto Histórico, se alza la iglesia románica de Santiago, hoy convertida en Casa del Parque de las Hoces del río Duratón.

Nada más entrar a la recepción se tiene acceso a todo tipo de información, mapas y actividades que se pueden desarrollar en el Parque, así como la gestión de permisos, pues hay zonas de acceso controlado en las épocas de nidificación de las muchas aves que lo habitan.

Inmediatamente, una pequeña exposición fotográfica muestra el proceso de transformación que sufrió el templo para darle esta nueva utilidad y un detallado mapa actúa como elemento introductorio para contextualizar el Espacio natural.

La visita continua por el pasillo delimitado por paneles explicativos de las diferentes zonas del ecosistema, invitando a un paseo imaginario por los cañones del Duratón y sus cambiantes postales según sea la estación del año.

El agua es otro de los protagonistas de la biodiversidad del parque y una joven nutria se convierte en guía de excepción para narrar las características que hacen de este paraje un lugar tan especial, desde las condiciones climáticas y los animales que lo habitan, hasta las plantas que tapizan el suelo.

Las vertiginosas parades del cañón, algunas de las cuales alcanzan los cien metros de altura y sirven de morada a cientos de parejas de buitres leonados, están representadas por altos paneles que explican el lento proceso de formación y sus causas naturales.

Los dos monumentos icónicos de las Hoces del Duratón también están presentes a través de una imagen panorámica de la ermita de San Frutos, una réplica de la Cueva de los Siete Altares y una representación de los grabados visigodos en su interior.

En el lugar que ocupaba el altar de la iglesia se presenta otro de los ecosistemas del parque. El páramo es la tierra de condiciones extremas de frío invernal, vientos intensos y calor estival, convirtiéndose en una clase magistral para entender los procesos de adaptación de la fauna y la flora.

En este antiguo presbiterio también se rinde homenaje a los oficios tradicionales de quienes hicieron de ellos un modo de vida como los canteros, los ganaderos, los agricultores y los resineros.

De camino a la última parada de la visita a la Casa del Parque, es interesante hacer una parada en la cripta subterránea y contemplar las tumbas antropomorfas del siglo X excavadas en la roca, antes de ascender por el pasillo vigilado por un búho real y ascender al coro de la iglesia.

Además de la magnífica panorámica del centro expositivo, este espacio está dedicado a la Ilustre Comunidad y Villa de Sepúlveda, a sus gentes y a su historia, fruto de la cual ha llegado a nuestros días un magnífico legado cultural.