Alternativa textual

La ciudad de Ávila es la más alta de España y bien invita a pensar que es la más cercana al cielo, reforzando así su carácter místico. Aquí nació Santa Teresa de Jesús y su huella está latente en cada uno de los rincones que dibujan su espacio de intramuros.

Su emplazamiento estratégico en lo alto de la colina que domina desde las llanuras abulenses hasta las montañas del sistema Central llevó a los romanos a fundar la primera ciudad. Desde entonces todas las culturas han pasado por Ávila, pero es la Edad Media la que dejó su símbolo más universal: la muralla románica. Este magnífico anillo de dos kilómetros y medio, ochenta y siete torres y nueve puertas abraza un casco histórico de gran valor, por lo que todo el conjunto ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad.

La puerta de San Vicente fue la primera en construirse y mantiene su carácter militar, frente a la bellísima basílica de San Vicente, uno de los mejores exponentes de los estilos románico y gótico.

Atravesar el arco de la muralla significa entrar en un laberinto urbano lleno de sorpresas hasta llegar a la plaza de la Catedral. El imponente templo románico con trazas fortificadas está flanqueado por el palacio de los Velada y el de Valderrábanos y comenzó a construirse en 1170, pero después de tres siglos de construcción también presenta soluciones propias del gótico francés. Su interior es una sublime sucesión de obras de arte, desde el altar mayor hasta las vidrieras, pasando por el coro o las magníficas policromías.

El deambular sereno por las calles de la ciudad lleva a la porticada plaza del Mercado Chico, lugar que antaño reunió a los distintos gremios, estando hoy presidida por el noble edificio que alberga las dependencias municipales.

Muy cerca se abre la plaza Corral de las Campanas, donde destaca el torreón de los Guzmanes, actual sede de la Diputación Provincial. Este edificio renacentista conserva un magnífico patio porticado de doble galería y en sus sótanos se expone una colección permanente sobre la cultura vetona prerromana.

A escasos cien metros, la plaza de la Santa es uno de los espacios con más carga mística, donde se extiende el convento de Santa Teresa supuestamente edificado en el lugar en el que estuvo su casa natal. La basílica, el museo Convento de la Santa con una interesante colección de reliquias y la Cripta Museo de la Santa con una de las mayores colecciones de la obra escrita y objetos de Santa Teresa, constituyen uno de los rincones de referencia universal de la ciudad.

Saliendo de intramuros por la puerta del Alcázar, la segunda más antigua de la ciudad, se llega a la plaza del Mercado Grande. En el extremo opuesto a la muralla, la iglesia románica de San Pedro habla de la importancia política que tuvo la ciudad en el pasado, pues en su atrio los monarcas juraban respetar los fueros de Castilla.