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Este tramo tiene cuatro poblaciones de referencia, con características que denotan su valor histórico y cultural. Ciudad Rodrigo, hidalga y majestuosa de construcciones espectaculares, como su catedral o sus geométricas murallas, no se parece a Fermoselle, ubicada sobre una orografía rocosa y complicada, acorde a su ubicación en los Arribes del Duero, o a la discreta Villardeciervos, con sus bien conservadas casonas y balconadas, incrustada en las espesuras boscosas de una tierra de lobos y leyendas como es la Sierra de la Culebra, y para terminar Puebla de Sanabria, donde el Castillo de los Condes de Benavente nos vigila, vayamos donde vayamos, y el paseo por sus calles nos retrotrae muchos siglos atrás.

Los caminos también son diferentes. Las rectas del comienzo, desde los campos charros hasta pasada la zona de Lumbrales, darán paso a zonas muy divertidas y vistosas cuando nos acerquemos a Saucelle. No son tramos de conducción complicada, ni especialmente fatigosa, más aún porque el paisaje invita a realizar paradas en sus múltiples miradores.

Seguimos nuestra ascensión por la ruta, alternando tramos de rectas con otros donde se busca el cañón del río, pasando por grandes estructuras metálicas que desafían la gravedad como el puente de Requejo "Puente Pino". Casi de improviso, estos paisajes cambian a amplios valles y profundos bosques de la Sierra de la Culebra, todo ello por carreteras sencillas de cambios constantes que hacen de la conducción un placer.

El último tramo nos llevará a la zona del lago de Sanabria y la laguna de los Peces. Poco que ver con todo lo vivido hasta ahora y con pocas similitudes a nivel de conducción.

El recorrido por el lago de Sanabria es un paseo maravilloso por una buena carretera que bordea el lago, pasando por pueblos pintorescos y naturaleza serrana. Buena parte de la subida a la laguna de los Peces está sin vegetación y la carretera es una típica y bien cuidada carretera de montaña.