El recorrido hacia Peñalba de Santiago es uno de los paisajes más bellos de cuantos existen en la región de Castilla y León. Un valle virgen dominado por frondosos bosques de roble, ríos y cascadas naturales, algún pueblecito que se integra en el paisaje y cuyos habitantes, cada vez menos, rompen el silencio y la tranquilidad de este Valle que parece haberse parado en el tiempo: el Valle del Silencio, virgen, natural y exuberante. El pueblo, erguido sobre una peña, a la que debe su nombre, en los inviernos de nieves se cubre por un manto blanco sobre el que se alza la iglesia de Santiago, de puro estilo mozárabe, declarada Monumento Nacional en junio de 1931.

Peñalba de Santiago, Bien de Interés Cultural, se encuentra en la cuna del Oza, en el corazón de la Tebaida leonesa.

Para acceder a este pueblo, declarado conjunto histórico artístico en 1976, hay que recorrer todo el valle que en su tiempo también se llamó la senda de los monjes. Tan sólo el paseo para llegar a este mirador merece la pena. Desde aquí se divisa la magnificencia de la vegetación en un amplio espectáculo cerrado por los altos de los farallones, con las cumbres de la Silla de la Yegua, el Pico Tuerto y la Aguiana.