Gracias a su orografía, Castilla y León cuenta con numerosas cuevas que la convierten en un paraíso para los amantes de las cavidades subterráneas. Situadas en el corazón de las montañas, cercanas a parajes naturales de importante valor patrimonial, las cuevas se convierten en un auténtico espectáculo rocoso horadado en el interior de la tierra.

La acción del agua y el paso de los siglos descubren toda una galería de figuras caprichosas, estalactitas milenarias, pasadizos naturales, amplias salas y corredores interiores ocultos a la luz del sol que hoy se recuperan para el disfrute del turista. Un paisaje detenido en el tiempo que cuenta con un ecosistema propio, sólo accesible a través de la imaginación y que cobra vida cuando se apaga la luz artificial.