La ciudad de Lerma, en Burgos, se levanta sobre una colina desde donde se domina toda la vega del río Arlanza. Una ciudad en la que los restos de la muralla medieval conviven con un anillo de conventos, iglesias y casas señoriales, entre las que destaca el Palacio Ducal, una joya de la arquitectura herreriana y testigo del pasado floreciente que vivió la villa en tiempos de Felipe III.

La villa de Lerma, declarada conjunto histórico artístico en 1965, es una de las ciudades de estilo herreriano más armónicas y que mejor ha respetado su arquitectura entre las que se construyeron en el primer tercio del siglo XVIII. Además, a lo largo del tiempo se ha conservado parte de la arquitectura popular y los vestigios de épocas y culturas previas.

Hay muchos puntos desde los que se puede comenzar el recorrido de la Villa, que sorprenderá al turista por el vasto conglomerado de monumentos. Antes de empezar el paseo por la Lerma "ducal" hay que remontarse al medievo para descubrir el impresionante puente romano de siete ojos que se encuentra en las afueras. El Arco de la Cárcel es la puerta de acceso a la villa, una de las cuatro puertas de entrada que se conserva de la antigua muralla medieval.