Entre el trascurrir del Río Duero y el Escalote, y coronada a lo alto por su Castillo, fue población de frontera en la línea entre musulmanes y cristianos, para más tarde diputarse entre aragoneses y castellanos.

En su legado cultural, queda una de las evidencias más notorias de la provincia de asentamiento judío, en el barrio que acoge el Convento de las Concepcionistas, antigua sinagoga. Pero su máximo esplendor llegaría con Fernández de Velasco, condestable de Castilla y duque de Frías, quien mandó construir la Colegiata, el palacio renacentista, un monasterio y un hospital, además de asentar las bases que regirían la Villa desde su mandato.

Un lugar con gran historia y monumentos que la cuentan.