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Esta actividad nace a principios de los años 80 del s. XX, como una representación teatralizada del duro camino que hizo Jesucristo hasta llegar al monte de los olivos donde fue crucificado, realiza en la tarde del Jueves Santo. El escenario elegido es la fachada principal de la iglesia de San Juan Bautista, de estilo románico-mudéjar, lugar donde comienza la representación con la última cena.

La plaza se convierte en el escenario donde son representadas las diferentes escenas de la pasión y muerte de Jesucristo.

Los habitantes del municipio encarnan a los diferentes personajes de la Biblia, dando vida a escenas tan dramáticas como el llanto y la expresión de rabia de una madre ante la muerte y el dolor de su hijo que es sometido a todo tipo de vejaciones por los soldados romanos hasta la extenuación; la bondad de una mujer que se acerca a él para enjugar las heridas y saciar su sed; el ensañamiento de los soldados romanos azotándolo atado a una columna; Poncio Pilatos, lavándose las manos y sin querer saber nada del crimen que se va a cometer; o las caídas que sufre Jesús por el cansancio al arrastrar un pesado madero en forma de cruz en el que será crucificado.

En el transcurso de la representación, que tiene una duración aproximada de dos horas, una banda de música acompaña a todos los personajes en su recorrido, haciendo sonar emotivas piezas acordes con la obra.

El auto termina con la crucifixión de Cristo, acto que se representa en una zona a las afueras del pueblo, en un altozano convertido en su Gólgota particular, donde a golpe de tambor transcurren las últimas escenas antes de que Jesús sea crucificado, y ante la respetuosa e impresionable mirada del público que acude año tras año a ver este apasionante auto sacramental.