Es una de las abadías cistercienses más importantes de Europa, un símbolo del Císter. Su fundación tuvo lugar en el siglo XII, por donación del primer rey de Portugal, Don Alfonso Henríquez, a Bernardo de Claraval. La iglesia, que se empezó por la cabecera, como era habitual, con tres naves a la misma altura, el transepto de dos naves y el deambulatorio, forman un conjunto que impresiona por su sencillez, grandeza y austeridad.