No se puede entender la cultura de Aranda de Duero sin relacionarla con la cultura del vino, de sus caldos, de sus bodegas. Es su clima, debido a su situación privilegiada en la Ribera del Duero la que permite y favorece la creación de tan preciada bebida.

Ciudad rica por su muralla, Iglesias, rollo y su conjunto de bodegas excavadas bajo las casas, un legado patrimonial resultado de las tareas que partiendo de la uva llegan al vino: el estrujado, prensado, trasiego y almacenado del vino.

Un pueblo cuya historia y etnografía la define su relación con el vino, con sus bodegas que llenan el pueblo de galerías subterráneas, una trama urbana del siglo XV, que aún se mantiene hoy en día. La mayor parte de la Bodegas se encuentran junto a la Iglesia de Santa María en el centro histórico de la Villa.

Un patrimonio relevante debajo de la Villa con más de 5 kilómetros de galerías, que se extiende como una tela de araña tan rica como antigua. Un legado digno de transmitirse a generaciones futuras.