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A finales del siglo XIX un joven arquitecto que nunca había salido de Barcelona cruzó la península para construir en León un almacén de tejidos. Su nombre era Antonio Gaudí, y el edificio sería la Casa Botines. Una obra única con la que soñarían ciudades del todo el mundo.

La Casa Botines forma parte del itinerario monumental que cualquier viajero desea conocer al visitar un lugar. No hay ninguna historia del arte o de la arquitectura que ignore su originalidad y su aportación al mundo de la construcción. El edificio, declarado Monumento Histórico Nacional en 1969, es un ejemplo asombroso de lo que es el arte de la arquitectura.

El Museo, dedicado a la historia del edificio, la figura de Antonio Gaudí y el arte y la pintura de los siglos XIX y XX, exhibe la Colección de la Fundación España-Duero con obras, entre otros artistas, de Ramón Casas i Carbó, Raimundo de Madrazo, Joaquín Sorolla, José Navarro Llorens, Ignacio Pinazo, Nicanor Piñole y Joaquín Mir Trixet.

La magia de Gaudí esta presente en múltiples detalles como las bóvedas catalanas, las columnas de hierro colado, las vidrieras de la planta noble, la luz de los patios, las escaleras en madera y forja o el sotabanco que alberga -entre otras curiosidades- el torreón original de 1893.

Casa Botines es una de las piezas más interesantes de la arquitectura decimonónica en España, cuyas torres angulares le dan aspecto de castillo de cuento. El Gaudí de Casa Botines es el Gaudí más arquitecto, el artista que sabe unir técnica y estética sin solución de continuidad.