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En la antigüedad, el curso del río Duero sirvió de frontera en la Reconquista para, posteriormente, ser tierra de señoríos, monasterios y grandes extensiones agrícolas.

Actualmente, monumentos, palacios y pueblos de rancio abolengo, salpican estas tierras abrazados todos ellos por grandes extensiones de viñedos de varias denominaciones de origen.

Partiendo de Soria llegaremos a Calatañazor, con el ambiente medieval que rezuma su trazado y sus construcciones tradicionales. Abandonamos momentáneamente el curso del Duero para alcanzar la N-234, dirección Burgos, y a la altura del soriano pueblo de San Leonardo de Yagüe descendemos hacia el pueblo de Ucero y el Cañón del Río Lobos. Las carreteras no son excesivamente complicadas y aquí las paradas y los paseos priman más que la moto.

Desde Ucero vamos, de nuevo, en busca del cauce del gran río Duero, hacia El Burgo de Osma y San Esteban de Gormaz, para retomar la corriente de agua hasta Peñaranda de Duero, ahora entre las viejas vides de la Ribera del Duero burgalesa y las modernas y llamativas edificaciones de sus bodegas.

Después de un bonito y divertido tramo por el Valle del Cuco, entre los municipios de Encinas de Esgueva y Curiel de Duero, ya podemos atisbar en el horizonte la estampa típica de Peñafiel y su castillo, que se nos antoja como un gigantesco barco varado entre mares de trigos y viñas.

Recordar que Peñafiel es más que vino y castillo y que un paseo por sus calles puede ser una inolvidable experiencia.