Situado sobre una muela granítica, y bordeada por el río Tormes, la villa de Ledesma tiene en su imagen signos prerromanos. Resaltando de modo natural, nos encontramos la Iglesia de Santa María la Mayor, sobre el alfombrado de sus palacios y casas solariegas, cubiertos por la muralla como muestra del esplendor de la villa.

El paso de los romanos dejó vestigios importantes de su historia: dos puentes y un importante mojón, incrustado en la pared nordeste de la Iglesia de Santa María.

Los dominadores musulmanes ocupaban la parte noble de la villa, situándose los cristianos a las afueras, conviviendo amistosamente. La repoblación llegaría en épocas de bonanza económica con Fernando II ya en el siglo XII, quien la dotó de fuero y muralla.