El límite oeste de las provincias de Zamora y Salamanca está dibujado por el río Duero que, encajonado en cañones que llegan a alcanzar los doscientos metros de profundidad, define la frontera con Portugal.

Este territorio granítico con climatología claramente atlántica presenta un paisaje de belleza extrema lleno de rincones únicos, cascadas espectaculares y una biodiversidad desbordante.

El suave clima exento de heladas y de temperaturas extremas favorecen la proliferación de plantas de todo tipo, desde viñedos hasta olivos, pasando por naranjos, encinas, alcornoques o quejigos, entre otros.

Este ecosistema tan generoso también favorece el rico patrimonio faunístico, por lo que resulta fácil contemplar el vuelo de rapaces como el buitre leonado y águilas, a la esquiva cigüeña negra o al búho real, sin olvidar a los muchos mamíferos, anfibios y peces que dan valor al Parque.