El límite oeste de las provincias de Zamora y Salamanca está dibujado por el río Duero que, encajonado en cañones que llegan a alcanzar los doscientos metros de profundidad, define la frontera con Portugal.
Este territorio granítico con climatología claramente atlántica presenta un paisaje de belleza extrema lleno de rincones únicos, cascadas espectaculares y una biodiversidad desbordante.
El suave clima exento de heladas y de temperaturas extremas favorecen la proliferación de plantas de todo tipo, desde viñedos hasta olivos, pasando por naranjos, encinas, alcornoques o quejigos, entre otros.
Este ecosistema tan generoso también favorece el rico patrimonio faunístico, por lo que resulta fácil contemplar el vuelo de rapaces como el buitre leonado y águilas, a la esquiva cigüeña negra o al búho real, sin olvidar a los muchos mamíferos, anfibios y peces que dan valor al Parque.
En el antiguo convento de San Francisco, situado en la parte alta de la villa zamorana de Fermoselle se halla una de las dos Casas del Parque repartidas por el Parque Natural Arribes del Duero.
En el Rincón del visitante ubicado en la entrada se proporciona toda la información de interés para conocer el territorio y planificar las diferentes rutas posibles.
Inmediatamente después, en la sala de audiovisuales, se proyecta un video regularmente con una puesta en escena de los valores naturales del territorio y de los modos de vida.
Una larga sala con ventanales al jardín, dotada de un buen número de paneles, maquetas y recreaciones hace un repaso a la historia geológica del paisaje y a los diferentes hábitats, proporcionando una valiosa información para profundizar en las singularidades de Arribes del Duero.
Es muy interesante parar unos minutos y adentrarse en el claustro del antiguo convento construido en 1730 y escuchar serenamente la reproducción de aquellos sonidos que impregnaban el día a día de los frailes franciscanos.
De vuelta al espacio expositivo, la sala de proyectos LIVE, gracias a los paneles informativos y a un video, explica las distintas actuaciones que se han realizado para perpetuación de dos especies emblemáticas: el alimoche y el águila perdicera.
La especial coexistencia de las rocas y el agua es un aspecto recurrente para comprender mejor este espacio natural y como ha permitido la supervivencia de muchas especies vegetales y animales, conformando un todo indisoluble.
Este es un territorio de fuertes tradiciones y en el Rincón de la memoria se les rinde cumplido homenaje a las gentes, verdaderos artífices del modelado del paisaje construyendo bancales en las vertiginosas laderas, excavando la roca para construir bodegas y conservando un patrimonio inmaterial sorprendente.