El río tiene aquí doble nacionalidad, pero una sola identidad europea, una de las regiones más mediterráneas de cuantas miran al Atlántico. Viejos caminos, paralelos al río, mimados por una población ribereña desde hace siglos, que alternan con construcciones de arquitectura tradicional, delicadas y sólidas a la vez.

Asomarse al espectacular cañón que ha formado el río Duero con sus profundos cantiles pétreos y bosques mediterráneos, nos cautivará. La inaccesibilidad y los enclaves de gran belleza y espectacularidad paisajística configuran un espacio con unos valores naturales únicos.

Como consecuencia de la construcción de las presas, las paredes verticales acunan el lecho de un río que ya no ruge como antaño y que otorgan ese manso carácter a estos cañones. El río se encaja entre moles de granito que obligan a mirar hacia el cielo.

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