A orillas del río Burejo, poco antes de que sus aguas desemboquen al Pisuerga en la localidad palentina de Herrera de Pisuerga, se extiende un ecosistema ribereño en el que el cangrejo autóctono o de patas blancas resiste al peligro de extinción que le acecha.

Este pequeño crustáceo representa una especie fundamental en el equilibrio medioambiental y poco a poco va ganando terreno a otras especies invasoras, pero en esta batalla por reestablecer el orden natural no está solo. Le acompañan nutrias, lavanderas, tritones, truchas y bermejuelas, lo que demuestra la buena calidad de las aguas y las políticas de conservación.

En este relajante paraje, donde el murmullo del agua inunda el ambiente, se alza un edificio moderno, luminoso y eficiente energéticamente para dar cobijo a la Casa del Cangrejo de Río.